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    ¿Eres libre cuando compras?

    ¿Eres libre cuando compras?

    En nuestra sociedad hay muchas personas que son compradores compulsivos. Éste comportamiento responde a un patrón de compras crónicas y repetitivas, que resultan difíciles de controlar y que da lugar a consecuencias nocivas para la persona. Se trata de un trastorno de control de los impulsos, con características similares a otros trastornos adictivos.

    Sin llegar a estos extremos, hay muchas motivaciones que ejercen poder sobre nosotros cada vez que sacamos la cartera del bolso.

     Para ser consumidores conscientes debemos conocernos a nosotros mismos y nuestras verdaderas motivaciones a la hora de comprar. Además, debemos informarnos de aquello que hay detrás de las grandes campañas publicitarias: en qué se basan para que queramos consumir su producto, y también lo que realmente estamos comprando, pues muchas veces el gran valor añadido que le suponemos es únicamente la gran inversión en publicidad realizada.

     Y es que debemos recordar que vivimos en una sociedad que incita al consumo: tenemos un modelo productivo que considera crecimiento al incremento ilimitado del consumo. Así somos educados para ello, asociamos las recompensas a los bienes materiales, y el márqueting se sirve de estrategias psicológicas para hacernos irresistible el comprar el producto anunciado: hay muchísimas personas muy competentes trabajando para crearnos necesidades que en realidad no tenemos.

     Nuestra capacidad de sugestión ante el consumo depende de muchos factores: sociales, en función de las costumbres que tenga nuestro entorno, de nuestro poder adquisitivo, de nuestra cultura, de los medios de comunicación que consumamos, o de la influencia de ciertos grupos, como por ejemplo deportistas o actores famosos, etc.

     También entran en juego factores individuales, como los modelos a seguir que hayamos interiorizado, o el momento vital en que nos encontremos. Así, por ejemplo, la adolescencia es una etapa con una vulnerabilidad especial, ya que basamos nuestro yo en la opinión del grupo al que pertenecemos. También es importante si existen problemas de autoestima, o de trastornos del estado de ánimo (la depresión o el trastorno bipolar pueden tener asociadas conductas de compra compulsiva) por poner algunos ejemplos.

     El consumismo facilita así que las personas, cuando tenemos frustraciones, problemas de control de impulsos, depresión, etc., canalicemos nuestro malestar hacia estas conductas, porque nuestra cultura nos incita y crea una falsa ilusión de que con la adquisición de objetos de alguna manera llenaremos carencias que realmente nunca podrán ser llenadas de ésta forma.

     Qué podemos hacer ante la compra compulsiva:

               Lo más importante será averiguar que nos mueve a ellas. No es lo mismo comprar por buscar aceptación, por aburrimiento o hacerlo ante la tristeza o movidos por un “subidón” que eclipsa las consecuencias que después tendrá para nuestra economía. (Si estás en estos últimos casos quizá sería necesario que lo consultaras con un profesional de la psicología.).

               Conocimiento: si conocemos las armas del “enemigo” no caeremos tan fácilmente en sus redes. Conocer las técnicas utilizadas en publicidad para crearnos necesidades artificiales, o para incitarnos al consumo hará que nos resulten evidentes y que por tanto pierdan mucho de su poder de sugestión.

              Eduquemos a nuestros hijos haciéndoles regalos inmateriales: que se ganen una excursión a la montaña, o una tarde haciendo manualidades o galletas juntos les llenará mucho más y a la vez enseñaremos que las cosas importantes no cuestan dinero (probablemente comprobaremos que ellos ya lo saben, y el recordatorio sea para nosotros).

              Es interesante conocer las consecuencias que el consumo excesivo tiene no sólo para nuestra cuenta bancaria, sino también las repercusiones medioambientales. Debemos ser consumidores responsables e informados sobre la manera en que se producen los artículos, las condiciones de los trabajadores que los fabricaron.

                Me parecen también muy interesantes los movimientos en contra del consumo que van surgiendo en contraposición, el interés por el reciclaje, o las campañas que se realizan del tipo “cómprate sólo una cosa al mes”. Todo ello sirve para que veamos cuánto de necesario hay en nuestros impulsos por comprar y cuanto de manipulación.

     Para saber más os recomiendo dos libros muy facilitos:

    – Klein, Noemi. No logo: el poder de las marcas. Un ensayo sobre las grandes marcas y lo que implican.

    – Beigdeber, Frederic. 13,99 euros. Una novela ácida e irónica sobre el mundo publicitario escrita por un publicista.

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