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    La queja y sus consecuencias

    La queja y sus consecuencias

    La mayoría de las personas no se sienten felices con la idea de llevar una vida rutinaria. Nos quejamos de mil tareas diarias que hay que hacer pero que nos parecen un castigo… ¿Cómo salir de éste posicionamiento? Sencillo: disfrutando todo lo que hacemos. Supongo que estas pensando: – “si, ya… es fácil disfrutar de un viaje, de salir de fiesta, de estar con alguien que nos gusta, pero ¿y cuando lo que me toca hacer no es tan apasionante? ¿Me voy a emocionar por ir a hacer la compra? ¿O por planchar? ¿En serio tengo que malgastar mi vida yendo al súper? ¿O limpiando para que enseguida vuelva a estar sucio?”.

    ¿Qué pasa cuando nos colocamos en esta posición? Que nos quejamos. Estar instalados en la queja produce sufrimiento, nos victimiza y tiene consecuencias negativas sobre el organismo. No estoy diciendo que no lo puedas hacer, pero asegúrate inmediatamente de buscar una solución al problema. Lo que pasa es que muchas veces, nos quejamos únicamente por el placer de hacerlo, y así, nos convertimos en víctimas de la situación.

    ¿Seguro que no puedes hacer nada para mejorar la situación? Ok, tienes que planchar, pero puedes hacerlo pensando fuck life!, o ponerte música, una serie, o aprovechar para llamar a ese amigo con quien llevas tiempo queriendo hablar y nunca encuentras el momento. Y es que el tiempo es la clave de todo: no tiene precio, no se puede recuperar, y ¡es limitado! Un día se acabará, y el estar instalado en la queja continua te vuelve miope a todo lo maravilloso que tiene la vida.

    Escribo este artículo en un estado de emergencia mundial, estamos todos confinados en nuestras casas sin poder reunirnos con personas queridas, sin poder ir a la playa, o simplemente sentarnos en un banco a mirar las ramas de los árboles mecidas por la brisa. Seguro que te has quejado por ello. No se trata de ser negacionistas, la situación es grave, para muchas personas una tragedia, ya sea humana o económica, pero para los que simplemente están en casa si poder salir, nuevamente significa focalizarte en lo que no tienes (y que no hará que la situación cambie). Ok, no podemos salir a la calle. ¿y qué si que tienes? Tienes el placer de una taza de te, de leer un libro, de no madrugar tanto, de evitar los atascos para ir al trabajo, de escuchar el canto de los pájaros desde la ventana: ¡apenas hay tráfico!. Sigue habiendo todo un mundo por vivir (y disfrutar) desde las paredes de tu casa.

    Lo que quiero decir es que casi siempre todo es relativo, y que fuera de las tragedias que nos trae la vida a veces y de las que no podemos librarnos, pero el resto del tiempo, tu perspectiva marcará la manera en la que vivas tu realidad, y esa subjetividad depende de ti. De la manera en la que construyas tu mundo.

    ¿Quien no quiere ser feliz? sin tener muy claro que significa eso, a veces con una idea de nirvana, de estado perpetuo de enajenación luminosa permanente que se tendrá cuando todo vaya bien: entonces tendré tal casa, mi cuerpo será de tal forma, ganaré tanto al año, viviré en una primavera perpetua… postergar el bienestar a un estado ideal futuro hará que nunca te sientas satisfecho: depende de ti que el proceso en que decidas convertir tu vida sea agradable (como he dicho antes, estoy hablando de nuestras pequeñas tragedias y no de las putadas con que a veces tenemos que enfrentarnos… el clima es lo que es, tu salud y tu cuerpo dependen en parte de ti, pero hay una parte que no podemos cambiar, tu edad es la que es, y si decides que no es adecuado, será terrible: odio el calor, o el frío, o la lluvia, odio planchar, odio hacer la compra, odio mis piernas, odio mi barriga, odio como bailo… y así hasta el infinito.

     

    ¿Cómo romper esta dinámica de queja y desagrado? Aplica el “Como si me gustara”. ¿Cómo sería planchar la ropa si me gustara? ¿qué haría mi versión B que aceptara su cuerpo? ¿Qué diría mi yo si amara la lluvia un día que diluvia? Haz la prueba.

    Otro consejo es, cada noche y antes de irte a dormir, piensa en 5 cosas por las que estas agradecido, ya sea a la vida, a otra persona, o a ti mismo. Es una forma fantástica de poner el foco en lo que sí que funciona de tu realidad.

    ¿Recuerdas aquello de dar cera – pulir cera de Karate Kid? El maestro enseñaba cómo estar presente, como dar trascendencia a algo en principio trivial. Prueba a lavar los platos llenando el fregadero de agua caliente, tomándote tu tiempo con cada plato como si fuera algo muy valioso, en lugar de hacerlo con prisas y maldiciendo la tarea, tiende la ropa poniendo cariño en lo que haces, o baila sin juzgarte, aceptando a tu cuerpo, tus movimientos, la forma en que los realizas… Las personas quejicas no ponen pasión en lo que hacen, están de mal humor, resultan aburridos, cargantes y no apetece su compañía. Pero también ellos quieren ser felices ¿cómo van a serlos desde esa posición? Desde la inactividad nunca llega la felicidad, ni la satisfacción, solo la falta de sentido de la vida. La felicidad se consigue con  pasión, con fuerza, con energía y con un cambio de perspectiva hacia el SI 😉

     

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