
La muerte de un ser querido y el confinamiento
Perder a alguien que queremos es una de las experiencias más duras las que podemos pasar en nuestra vida y de la que difícilmente podemos escapar.
Sentir la pérdida nos ayuda a asimilarla. La manera en que sentimos el dolor es absolutamente personal con una intensidad y un ritmo muy diferente para cada uno de nosotros.
La situación que estamos viviendo el confinamiento al que nos obliga al estado de alarma hace que muchas personas pierdan a sus seres queridos sin poder acompañarlos en este proceso, ni a ellos ni a los otros familiares y amigos que les acompañan en el dolor.
Qué nos ocurre durante un duelo, a nivel emocional:
- Tenemos una primera etapa de negación: “esto no puede estar pasando”, “seguro que me despertaré y habrá sido una pesadilla”, etc. También podemos sentirnos como disociados, llevándolo todo al plano cognitivo y sin experimentación de emociones, las cuales nos damos cuenta de que deberíamos estar sintiendo.
- Experimentaremos rabia: ante la situación, por considerarla injusta, nos enfadaremos buscando responsables, e incluso podemos enfocar ésta rabia hacia la persona que ya no está: es normal y una de las fases de un duelo sano.
- Aparecerá la tristeza, la nostalgia, la desesperación, cuando vayamos asimilando la nueva realidad, en la que esa persona a la que queremos tanto ya no está. También puede ser que sintamos su presencia, que nos llegue su olor o que notemos que de alguna manera está con nosotros.
- Otras emociones que probablemente nos acompañarán: culpa por sentir que no hemos dado por ella todo lo que deberíamos, miedo ante el futuro sin ella, o en la situación en la que estamos, un agravamiento por la preocupación ante el COVID-19. Ahora somos uno de los damnificados, ya no existe de forma teórica para nosotros, lo que incrementará la preocupación por el resto de nuestros seres queridos.
¿Y a nuestro cuerpo? Es normal dormir peor, menos y con un sueño de peor calidad, problemas alimentarios: que se nos cierre el estómago o todo lo contrario, necesitar comer más de lo normal, estar nervioso, con ansiedad, con presión encima del pecho, etc. Son emociones que deben estar, aunque son molestas, son las adecuadas al momento que estamos viviendo y nos sirven para acomodarnos a la nueva situación. Hay que aceptarlas y normalizarlas, sin intentar resistirnos a ellas, estamos dentro de un duelo, no hay que aparentar que todo va bien.
¿Qué recomiendo yo para vivir el duelo de la mejor manera posible?
- Aceptar lo que estamos sintiendo. Es normal. Es adecuado. No hay una intensidad “correcta” para sentir la pena: es tuya, es única y es personal: te conecta con la pérdida de alguien que ya no está, vuestra relación era única y tu dolor también, nadie tiene que decir cómo llevarlo.
- Puede ser que necesites llorar, o puede que no. Puede ser que necesites sentirte arropado por otras personas, o puede que necesites soledad. Expresar las emociones de cualquier manera es sano, no las frenes. Tener algún objeto relacionado con la persona fallecida, o una foto, puede ayudarnos a romper el bloqueo, si lo tuviéramos.
- Resulta conveniente recuperar rutinas suaves, se trata de encontrar un equilibrio entre permitirte sentir la pérdida y que tu vida no se paralice por ello. Es un dolor que te acompañará con lo que hagas, permíteselo.
- Permítete también los momentos agradables, de alegría e incluso de risa que aparecerán. Muchas veces nos sentimos culpables por sorprendernos riendo poco después de la muerte de un ser querido: no le vamos a querer menos, ni a honrar su recuerdo peor por permitir que esos momentos ocurran.
La situación del estado de alarma puede incluir un incremento de estrés, pena y culpa por no haber podido acompañar a nuestro ser querido. Busca en tu red social personas que te puedan acompañar en estos momentos, ya sea personas que te acompañen en el confinamiento, como por teléfono, WhatsApp o videoconferencia.
Si no has podido realizar la ceremonia de despedida por la situación que estamos pasando, realiza un acto simbólico que permita despedirte de esa persona, ayudará a que tu duelo siga un trascurso sano e iniciar el proceso de sanación:
- puedes colocar unas velas y una foto en un lugar especial de la casa durante unos días.
- O realizar una ceremonia en la que podáis hablar y recordar a la persona fallecida.
- Puedes soltar unos globos, escribiendo cada familiar los sentimientos y pensamientos más profundos que esta situación no ha permitido decir al familiar.
- También resulta muy sanador escribir una carta de despedida, agradeciéndole al familiar el haber estado en su vida, y todas aquellas cosas que sientas que te ha facilitado el tenerle, junto con todas aquellas palabras no dichas, los sentimientos no expresados y las frases de adiós que nos hubiera gustado decirle. Esta carta podemos quemarla, enterrando luego las cenizas en algún lugar especial, o dejarnos sentir lo que queremos hacer con ella.
Si nuestro malestar continúa de forma intensa durante unos meses, afectando a nuestro quehacer cotidiano deberíamos pedir ayuda psicológica.
¿Tienes alguna duda? Puedes consultármela en el apartado de comentarios o por privado. Un abrazo.