
Cómo sobrevivir a la familia en las Fiestas
La Navidad es ése momento en nuestra imaginación donde nos reunimos como una perfecta familia risueña y amorosa, y la realidad es que la mayoría de nosotros acudimos a estos encuentros llenos de buenas intenciones. El problema es que las reuniones en Navidad unen generalmente a personas que aunque son familia están distanciadas, que quizá no se han visto de un año para otro, que a veces arrastran rencillas y pequeños rencores… añade a esto la aglomeración espacial: un montón de personas en un pequeño salón con demasiada calefacción, con un montón de platos sucios (en la mesa y en la historia familiar), los niños gritando de fondo y aderezado durante unas cuantas horas con alcohol…
Si somos los anfitriones no sólo tenemos que tener en cuenta el menú para preparar la reunión. Quizá haya personas que sabemos que separarlas relajará el ambiente y evitará altercados: coloquemos al sobrino hablador y simpático al lado de la tía distante para conseguir una conversación más amena, y mantengamos alejados al abuelo de derechas del primo vegano, de izquierdas y gay, por poner algunos ejemplos. Se trata de pensar en la personalidad de los asistentes y ubicarlos para que todo fluya de la mejor manera posible.
Para que los niños estén entretenidos sería conveniente hacer una especie de guión de la reunión, organizando juegos o actividades para que los niños estén entretenidos planificando el ritmo de la misma, y tener alguna actividad de reserva, de manera que se pueda utilizar si vemos que resulta necesario distensionar el ambiente.
También hemos de estar muy atentos a que la conversación no derive hacia temas familiares espinosos, de estos que mantienen rencores latentes. Hay que tener presente que para las personas, una vez superados ciertos límites en la manifestación de la ira, resulta muy difícil la contención emocional -además catalizado por la desinhibición que produce el alcohol-. Por éste motivo hay que estar pendiente de que nadie se excite demasiado, redirigiendo la conversación para evitar males mayores.
Para superar los ‘momentos tensos’ puedes tener preparados temas “neutros” si la cosa se pone complicada, y buscar aliados que ya reconoces como sensatos para que te ayuden a realizar giros de conversación. Así mismo cuida de ti: hay que tener en cuenta que la preparación de estos eventos supone mucho estrés. Evita a los familiares tóxicos que te vampirizan la energía y desconecta cuando sientas que lo necesitas, ya sea saliendo un rato al balcón a mirar las estrellas, a realizar unas respiraciones profundas, a enviar algún mensaje por whatsapp a un amigo o a revisar páginas de Instagram que te motiven: se trata de romper con la tensión y volver a encontrar la calma. A cada persona le funcionarán mejor unas técnicas que otras.
La estrategia básica que debes tener, tanto si organizas la cena como si acudes de invitado es ir con ánimo conciliador, entender que los familiares “bordes” normalmente más que un ataque personalizado lo que hacen es reaccionar según sus complejos e inferioridades y no tomarse las cosas de manera demasiado personalmente. Tener una “buena cintura” como suele decirse para esquivar preguntas incómodas del tipo ¿cómo es que todavía no te has casado? ¿y los hijos para cuando? Y responder mejor con humor del tipo “es que soy demasiado exigente” o “mis gatos no me dejan”, que ir a la confrontación directa ayudará a mantener el buen ambiente en la reunión.
Las cenas navideñas no son el momento de aclarar malentendidos tampoco. En Navidad nos tenemos que centrar en intentar realizar una celebración lo más cordial posible. Intentar aclarar malentendidos en un momento de reunión familiar puede crear momentos muy tensos que después cueste redirigir. Para eso tenemos el resto del año, y si creemos que hay algún tema que necesita aclararse, mejor quedar previamente para hablarlo con tranquilidad y sin tener al resto de la familia de por medio.
Recordar que hay ciertos temas que nunca, nunca se deben sacar. Son los clásicos que levantan ampollas: política, religión y fútbol, sobre todo si como es normal hay personas de dos variantes enfrentadas. No conseguiremos ponernos de acuerdo y es muy probable que surjan las discusiones. Tampoco por supuesto es momento de hablar de diferencias familiares ni de sacar “esqueletos del armario”: herencias, críticas a familiares ausentes… todo ello deberían ser temas tabú en estas reuniones si queremos mantener un clima de paz. Básicamente hay que ser diplomáticos, ver cuando la conversación se dirige hacia algún tema espinoso y redirigirla, primero sutilmente y si no es posible mejor decir claramente y como he dicho antes, mejor antes que tarde:
hablemos de otra cosa para tener la fiesta en paz